Un
frío de muerte penetró en mi piel calando mis huesos. La humedad del ambiente
me impidió respirar con la misma facilidad de siempre y el carraspeo en mi
garganta intentó ayudar a que se abriera, pero falló en el intento. Pensé en por
qué, en si quizá debería… pero el sonido de mi propio nombre interrumpió mis
pensamientos. Oteé alrededor, sintiendo que mi corazón detenía su caminar. Paré
la oreja, atento, el aroma a canela molida y tabaco masticado perforó mis fosas
nasales.
El
sonido de una botella corriendo hizo que levantara la cabeza. Mi garganta se
contrajo y los bellos de mis brazos se elevaron. Intenté dejarlo pasar, pero mi
estómago comenzó a dar vueltas como una centrífuga dentro del abdomen y las
arcadas no tardaron en llegar. Yo conocía aquello…
Jacques
Jacques
Jacques
Se
petrificaron mis pensamientos. La piel comenzó a escocer y el frío arreció
atrofiando mis movimientos. Sentí el pánico mudo recorrerme.
“No debes temer”
El
chirrido de dos superficies me crispó los nervios y giré para ver lo que se
escribía sobre el espejo. Mi estómago no aguantó la presión y lo vacié. Las
palabras escritas resonaban en mi mente como un tambor de guerra, seguidos de
una carcajada metálica.
“He vuelto, cariño”
Yo también he vuelto, escribes lindo jamas te lo dije ¿Verdad?
ResponderEliminarGarcia , Anï
Pues gracias, bouton. ¿Y ese milagro?
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